Sprawling: Dispersión urbana.

Cuando una ciudad te expulsa, cuando los precios no son accesibles y los alquileres te obligan a hipotecarte de por vida o a irte de la ciudad, eso es el “sprawl” o “sprawling”, en inglés: extenderse.

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Este fenómeno urbano se entiende si he echa un vistazo a la evolución del precio de la vivienda durante el periodo comprendido entre 2001 y 2008. En 2006, el precio de la vivienda alcanzó su máximo con un precio de 2.952 €/m2, duplicándose respecto a Enero de 2002. Mientras que el salario mínimo interprofesional aumento en dicho periodo un 30%.

Por lo que cuando no se puede “vivir” en la ciudad, la gente se muda a las periferias donde los precios son coherentes, la gente vive más segura, tranquila, con mayor privacidad y con mayor contacto con la naturaleza.

Pero desde el punto de vista social, es un fracaso. La ciudad se convierte en una metrópoli de guetos, con un centro “rico” y una periferia sin mezcla de usos ni clases. Este hecho genera una movilidad insostenible, largos recorridos con el automóvil puesto que la mayoría de actividades requieren el uso del automóvil como resultado del aislamiento, un aumento de los costes de las infraestructuras y un modelo de construcción que implica un gran coste energético si lo comparamos con las formas compactas de urbanización.

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Cuando las ciudades pierden habitantes significa que las estrategias de planificación urbana han resultado deficientes, aunque tal vez sea mejor irse de una ciudad densificada.

Os dejamos un extracto sobre un artículo de elblogdefarina.

“En los años sesenta del pasado siglo XX el naturalista John Calhoun realizó una serie de experimentos (hoy probablemente serían vetados por las organizaciones de defensa de los animales) con ratas. Colocó unos cuantos ejemplares en una situación ideal con comida, comodidades, etc. y dejó que se reprodujeran. Lo único que permanecía sin modificar era el espacio que tenían a su disposición. De forma que su “ciudad de las ratas” se fue superpoblando y se empezaron a incrementar el estrés y las agresiones. La violencia se convirtió en el eje de la vida de las pobres ratas y la situación se descontroló. Según un artículo de Ramsden en el Boletín de la OMS “le siguieron el canibalismo y el infanticidio. Los machos se volvieron hipersexuales, pansexuales y, con frecuencia creciente, homosexuales. Calhoun llamó a esta vorágine ‘hundimiento conductual’. La población se redujo, acercándose a la extinción. Al final de los experimentos, los pocos animales que quedaban habían sobrevivido con un costo psicológico inmenso: sin actividad sexual y totalmente retraídos se apiñaban en una masa sin ocupación. Incluso después de reintroducirlos en comunidades normales de roedores, estos animales ‘socialmente autistas’ permanecían aislados hasta la muerte”.

Claro, no somos ratas. Sin embargo, otros experimentos posteriores han demostrado de forma bastante evidente que densidad de población y desordenes mentales están correlacionados.”

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