Benedetta en Andorra

El proyecto para el Comú (Ayuntamiento de una de las siete circunscripciones administrativas) de Andorra fue llamado “Meritxell Avenue urban revitalization” y se asignó al estudio EMBT, formado por Enric Miralles y su viuda Benedetta Tagliabue.

Fue asignado por concurso el año 2002, pero el 2006 se interrumpió la remodelación de la vía urbana. Este hecho provocó que la prestigiosa arquitecta denunciara al comú de la capital por vulnerar los derechos de autor y rescindir el contrato unilateralmente.

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El proyecto se basaba en unas estructuras-farolas fuera de escala para la estrecha avenida. La circulación de los peatones, que a ciertas horas es muy intensa, se veía dificultada porque se tenía que sortear su enorme soporte  para seguir la marcha. Por otra parte, se obstruía la vista a los inmuebles adyacentes y sus inquilinos se sentían oprimidos cuando habían esperado lo contrario: ver aumentada su sensación de espacio y luz.  Las farolas eran de tal envergadura que incluso fue sorprendente la facilidad con que se podían “escalar”, instalando así otro temor en los vecinos.

En definitiva, el proyecto se quedó, si me permiten la expresión, compuesto y sin novia. El conflicto estaba servido: intereses encontrados, disparidad de opiniones, quejas de aquellos a los que esos gigantes les horrorizaban y criticaban la ineptitud de los políticos, también de aquellos a los que no les parecían mal del todo, lamentos por parte de los que argumentaban la escasa amplitud de miras y lo poco que se comprendía el arte urbano en ese pequeño país … y también, por qué no decirlo, de aquellos a quienes lo que más les dolía era ese despilfarro irracional que, una vez más, no había servido para hacerles la vida más agradable.

Ante la actitud de los andorranos y sus representantes,  Benedetta Tagliabue interpuso una demanda de 454.929 €. El Comú de Andorra la Vella debió justificar de alguna manera aquel menosprecio feroz hacia la obra de la renombrada arquitecta, y redactó un informe en el que exponía los motivos de la retirada de las estructuras.

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Algunas de las deficiencias que se alegaban fueron:

-Falta de proyecto eléctrico.

-La naturaleza de las estructuras impedía las conducciones eléctricas por el interior teniéndolas que hacer pasar el exterior con los problemas estéticos y de seguridad correspondientes.

-La ubicación de las estructuras no fue prevista bajo los criterios de seguridad y accesibilidad de extinción de incendios, ni accesibilidad de minusválidos ni del paso de peatones así como acceso a los comercios o estacionamiento de carga y descarga.

-Deficiencia en la intensidad lumínica.

-El pavimento proyectado resultaba irrealizable desde el punto de vista técnico y, de haberlo sido, habría tenido un coste elevadísimo.

También se expusieron la falta de visitas de obra, básicas para un proyecto de tal envergadura y tan complejo. Benedetta Tagliabue no asistió a ninguna reunión de obra, la directora del proyecto lo hizo en 7 ocasiones de 81 mientras que el ingeniero de estructuras únicamente a dos más.

El resultado final fue la indemnización de 338.416 € al estudio EMBT.

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Y es que el cliente es tan importante como el arquitecto y los clientes de la arquitecta, los andorranos, no compartieron el resultado de la obra. A ello tiene que añadirse la poca previsión de los políticos. Pero lo que sí es cierto es que a la relación (si es que existió alguna vez) entre Benedetta Tagliabue y sus clientes le faltaba algo imprescindible e ineludible: Partir de un plano emocional y prioritario único o, al menos, compatible.

Hasta qué punto el mobiliario urbano de una avenida llega a ser arte? Lo que es ineludible es que se supedite la estética sobre la funcionalidad.

Descripción del proyecto desde EMBT

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